miércoles, 1 de octubre de 2008

Reflexiones de un periodista que olía a zorrillo


Hay que tener buen estómago para ser periodista y ganas de joder (de la acepción molestar) a medio mundo con el fin de conocer la verdad; ¿Cuál verdad? He allí el problema de este trabajo. Conocer la verdad es todo un tema filosófico, cada uno tiene su verdad; sino vean la película ‘Rashmon‘ de Akira Kurosawa, donde un mismo hecho (un asesinato) es contado por un ladrón, la mujer de la víctima, el fantasma del asesinado y un testigo, al final todos dicen su verdad, no hay una sola, hay varias. Pasa igual con la objetividad, es difícil lograrla porque siempre habrá una posición distinta que borre la asepsia total de la famosa objetividad.

En este trabajo hay que luchar contra muchas cosas, una de las más difíciles es lidiar contra una parte de la humanidad que no tiene aspiraciones intelectuales, y se contenta con que en las primeras páginas haya escándalos (mientras más escabrosos mejor). Si tuviéramos mejor educación esto cambiaría, pero también es verdad que el morbo por el escándalo está en el primer mundo y no sólo en países tercermundistas.

El periodista debe luchar contra el tiempo, las notas son para hoy y la profundidad es dejada de lado muchas veces. Eso lo viven a diario los periodistas de a pie, aquellos obreros de la información que recorren las calles a veces sin nada en el estómago y el estrés carcomiendo sus mentes. Además de ser mal pagados y maltratados por los personajes públicos como el Presidente Alan García, que se enoja cuando alguno le hace una pregunta que no le gusta pero que el público desea saber su respuesta. Entonces hay que resistir las actitudes abusivas de un tipo que muchas veces se cree una especie de ser divino, pero que ha olvidado que una de sus funciones es servir y no que todos le digamos ‘chi cheñor’; para eso ya tiene de sobra en el partido de la estrella.

He leído hace poco en un libro de la Fundación de Nuevo Periodismo Iberoamericano algunas reflexiones de Gabriel García Marquez: “Cuando empecé en este oficio tuve grandes maestros que no me perdonaban un adjetivo fuera de lugar. Los jóvenes de ahora escriben a la buena de Dios. Nadie tiene tiempo de enseñarles”. Yo agregaría que encima los jóvenes están en la universidad aprendiendo un estilo de periodismo que se está dejando de lado, las nuevas tecnologías nos arrollan a diario. La pirámide invertida se va a quedar para los diarios tradicionales, y los blogs van a terminar de imponerse (si no lo han hecho ya) en un sector importante de los consumidores de información.

Recuerdo en San Marcos a mi maestro, Manuel Jesús Orbegozo, insistir hasta el hartazgo en que el estudiante de comunicación aprenda a redactar y no usar una palabra fuera de lugar (los adjetivos sólo en estricta necesidad y sin abusar en el número), además de informar con honestidad, conceptos que están demás decir para los que respetan su trabajo. Recuerdo también con aprecio a mi ex jefe de informaciones del turno tarde en La República, César Terán, quien en mi cara borró una nota mía para rehacerla en mi cara en pocos minutos (el velorio de Pastorita Huaracina, donde él estuvo de asistente).

“Hay que informar cosas nuevas y nada de refritos”, decía Terán. Al principio le tenía bronca pero luego aprendí que uno debía ser así en este oficio. “Hay que leer de todo en todo momento, yo leo poesía en el transporte, eso ayuda a la hora de redactar”, decía. Del jefe de la mañana Percy Ruiz, también aprendí mucho y le guardo un buen recuerdo. Hay infinidad de anécdotas y el tiempo es corto, algún día sería bueno escribirlas. Pero pueden darse una idea del mundo del periodista leyendo la novela de Jaime Bayly “Los últimos días de la Prensa”, creo su mejor obra.

En este trabajo uno va recorriendo la ciudad, el país, el planeta en busca de la noticia y a veces la noticia lo encuentra a uno, entonces hay que estar siempre preparados (así no trabajemos en un medio), para eso ya tenemos los blogs, una herramienta maravillosa para los comunicadores.

Los periodistas en su mayoría –no sé si todos- aspiran en el fondo a ser escritores; de hecho las noticias del día a día viene a ser la historia del presente, que servirá en un futuro a los historiadores para descubrir las claves que expliquen los hechos con la visión de la historia, sin prisas; sin tener encima de uno al editor presionándonos contra el cierre. Recuerdo a un ex jefe gritar “Notas, notas, notas”; y con vergüenza debo reconocer que en ese tiempo demoraba mucho en terminar una simple nota de locales, tal vez uno pensaba que escribía una crónica que tenía que entregar al día siguiente y se daba el tiempo para adornarse lo más que podía; pero en algunos diarios no todos tienen computadoras para cada redactor, y hay que apresurarse.

Lo mejor que le puede pasar a un periodista es escribir sobre el tema que conoce y le gusta, y cobrar por ello como un free lance. De allí la lista de periodistas especializados en economía (que a mí me atrae poco), ecología, analistas políticos. Cabe mencionar también a los famosos corresponsales de guerra, desde los periodistas de CNN que transmiten en directo desde el interior de los tanques Norteamericanos, que disparan a todo iraquí que se cruce en su camino, convirtiendo en héroes a sus soldados y haciendo creer a sus televidentes que la guerra es un juego de video.

Pero también están los corresponsales de guerra que se la juegan la vida en las calles con el riesgo de morir en un ataque o de ser secuestrados, estos son los que informan otras caras de la noticia (muchas veces distinta a la de CNN). Algunos ejemplos de corresponsales, el escritor Ernest Hemingway, Winston Churchill fue corresponsal en Africa antes de ser uno de los mejores estadistas del siglo XX, Ryszard Kapuscinski, y un peruano, Manuel Jesús Orbegozo.

La vez que un periodista fue a una conferencia oliendo a mierda

Era época de circos en Lima, entonces tuve la comisión de acompañar a una inspección preventiva con la famosa fiscal de prevención del delito, Julita Pachas. Había que ver el estado de los animales de algunos circos de nuestra ciudad. Entonces uno se trepa cual Indiana Jones en la parte posterior de la camioneta de la Fiscalía con su fotógrafo, y va junto a los practicantes de veterinaria en medio de chistes para hacer más pasadero el viaje hasta San Juan de Lurigancho.

Al final de la comisión uno se queda con el fuerte olor que los animales tienen, entonces pasa lo que es común, hay que pasar de locales a política en un santiamén, ir corriendo a una presunta reunión de emergencia de Consejo de Ministros, al menos eso entendió desde el diario mi fotógrafo, quien recibió la orden en su celular (yo no tenía en ese entonces).

Vamos corriendo al Ministerio de Trabajo (cuando estaba en la Av. Salaverry) con un olor a mierda. Mi amigo fotógrafo me dice en broma ‘ya estás ascendiendo, ya te han mandado a una reunión de Consejo de Ministros’. Hoy, 2008, pienso que tal vez ir despidiendo ese olor es el que se merecen recibir algunos políticos.

Al final no había tal reunión sino una firma de entendimiento entre la Cámara Peruana de Construcción y el Sindicato de Construcción Civil, para resolver el tema de las negociaciones colectivas (han pasado tantos años y tal negociación sigue). Entonces uno pierde la vergüenza por oler a bosta de establo entre el dirigente Mario Huamán, el bien trajeado Leopoldo Sheldje y el criollón (eso me pareció) ministro Jaime Zavala Costa.

Esto fue el 2001, tiempos en que Paniagua preside un Gobierno de Transición (249 días), luego de que Fujimori renunció por fax (19/11/2000), y el Congreso destituyó a Fujimori por incapacidad moral (21/11/2000). Eran tiempos donde los abogados como Corrochano eran detenidos, y tres vocales de la Corte Suprema eran suspendidos por aparecer en los famosos ‘vladivideos’

Un hito importante de estos tiempos fue cuando el Presidente Paniagua suscribió la Declaración de Chapultepec (12/02/2001), donde instó a los medios a afirmar los valores democráticos. También se publica la ley que crea la Comisión de la Verdad y Reconciliación, la cual se instala el 13 de julio del 2001 y que en el 2008 muchos se lamentan de que haya existido.

Algo que pasa siempre en el periodismo es que hay noticias que opacan a otras, un ejemplo fue el terremoto que sufrió Arequipa el sábado 23 de junio, al día siguiente fue la noticia del día hasta que a las 10 de la mañana se informó que Vladimiro Montesinos era atrapado en Venezuela, y el sismo pasó a segundo plano. Así es este trabajo.

El periodismo te acerca a varias vertientes de la realidad, y uno aprende mucho. En esta profesión uno pasa de escribir horóscopos hasta sesudos artículos de política internacional.

Hoy miércoles 1 de octubre se celebra el día del periodista peruano, entonces hacemos un alto de algunos minutos para algún brindis entre colegas, y hay que recibir los saludos de medio mundo para luego seguir recibiendo las trabas de siempre en nuestro trabajo, como el no facilitar información de las instituciones públicas en el marco de la Ley de Transparencia.

Para el periodista no existen los días feriados, pero existen grandes borracheras para celebrar este día, también son buenos los demás días luego de salir de la oficina, son testigos de esto los bares del Centro de Lima, donde la mesa de periodistas son divertidas.

Uno puede contar muchas cosas, como la existencia de los periodistas que denigran la profesión, los famosos ‘mermeleros’, los que se prestan a las cortinas de humo, los que manipulan la información, los que venden sus ideas, en fin, hay de todo.

Duerme la ciudad pero siempre hay un periodista despierto. Hasta algunos super héroes del comic son periodistas como Superman o el Hombre Araña. Aunque ahora no estoy en un medio, por mi trabajo siempre he estado cerca de ellos, esta vez desde una oficina de prensa de una institución. Un abrazo a todos los periodistas, a mi amigo Martín, Roger, Oscar, Ismael, la lista es larga.

Post data

La historia de los circos no se publicó en el diario pero se convirtió en una crónica que salió en otro periódico donde era colaborador.

Un periodista que se respeta va siempre bien presentable a trabajar, la anécdota del circo y el MINTRA es sólo para graficar las condiciones en que uno tiene que moverse a veces (y ni les digo del sueldo de aquel entonces y del engaña muchacho de los diarios que defienden a los trabajadores). Por ello en la portada va la foto que me tomó mi gráfico, y va otra tomada años después en otro lugar y en otro contexto laboral (eso para mis queridos bromistas que les gusta lo que conlleva la historia del zorrillo).

Muchas historias se quedan en el tintero, al vez deberían escribirse como alguna vez quedamos con M, escribir un libro con historias de periodistas borrachos, tramposos, mermeleros, los vagos de las redacciones, las plumas nefastas, los editores sin agallas, los colegas ignorantes, las coleguitas ricototas que le rompen el ojo a uno, los honestos a rajatabla etc. Ojalá algún día se concrete, sería muy divertido aunque a muchos les parezca poco serio, pero como dije al principio, para ser periodista hay que tener estómago y ganas de joder.



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