miércoles, 19 de noviembre de 2008

REM: LOVE YOU LIMA




Lo que todos pensábamos y decíamos de REM se percibió en aquel momento de manera inmediata. Estábamos a punto de escuchar a una de las bandas de rock más importantes del mundo, y eso no es poca cosa para nosotros que recién estamos conociendo de estas mieles. Michael Stipe es alto, delgado y viste elegante para la ocasión; nosotros estamos en estado de contemplación pero saltando, gritando, coreando, bailando frenéticamente, haciendo lo que sea que nos haga felices por estar allí.

Antes pasó algo raro, todos esperaban ansiosos la aparición de REM, habían pasado ya las olas en las tribunas y la gente empezó a silbar de impaciencia. De pronto las luces se apagaron y sin presentación previa el sonido vigoroso del grupo se ‘desparramó’ ante todos. Al principio el griterío inicial fue la respuesta del público, pero luego quedó en estado de ‘parálisis’ ante la fuerza del grupo que nos enrostró aquello que los seguidores del grupo esperábamos hace muchos años.

Michel Stipe saludó al público luego de cantar la tercera canción: "What's the frecuency Kenneth", tema que marcó el inicio de la algarabía del público peruano, y de los muchos turistas que habían en el estadio, además de los que viajaron desde distintas partes del país para estar presentes; es que cuando uno quiere vivir la historia vale el sacrificio, para luego contar a los amigos yo estuve allí.

Lo que vivimos esa noche es imborrable, el valor de las entradas es nada frente a lo que hemos recibido. Pero siempre hay personas que no pueden asistir por x motivos, para ellos va esta crónica (recuerdo que yo no pude ir al de Björk el año pasado). Fueron casi dos horas con el corazón en la mano y el porro y la chela en la otra, además del abrazo y el beso furtivo como historias del sound track de esta película que ganará en todos los festivales donde lo presentemos (de todo hubo E, hasta silencio en el momento preciso, pues es allí donde creamos las cosas más grandes “para que al fin puedan surgir majestuosas y perfectas a la luz de la vida”).

Nada hay en el mundo tan hambriento de belleza como es el alma humana. Y la belleza está en todas partes, sólo hay que buscar para verla, sentirla, vibrar, cantarla; cantarla como las más de 35 mil almas que fueron los afortunados de asistir al concierto del año en Lima, REM. Había que estar allí para oír los sonidos de cada corazón multiplicado por miles, acaso había que hacer realidad el título de la primera canción de la noche “Vivir bien es la mejor venganza”. La noche y la música del grupo era la patria de todos, canción a canción la temperatura subía hasta hacer del viejo Estadio nacional un cajón de resonancia que vibraba al son de cada ‘corazón electrolite’.

La performace del grupo estuvo impecable. Michael Stipe, Peter Back y Mike Mills, dieron lo mejor que un público nuevo podía esperar de ellos. Pudimos ver a Stipe saltar y bailar -en un momento de espaldas al público- por un instante creí ver el famoso baile del video de “Losing my religión”. Quien creería que había que esperar tantos años para verlos cantar en vivo acaso su más conocida canción. Recuerdo haber visto el video de la canción en un programa de América TV los sábados en la noche. Como olvidar toda esa iconografía religiosa que me hizo pensar tanto en 1991, si tuviera que ponerle música a mi proceso de alejamiento del catolicismo sería esta canción, que luego en mi época sanmarquina busqué su traducción para estar seguro de qué se trataba esto; con el tiempo perdí una religión y gané otras cosas.

La lista de canciones del concierto fue precisa, tenía los éxitos más conocidos de los ochenta como “The one I love”, “It’s the End of the World As We Know It (And I Feel Fine)”, y el contagioso “Orange crush”. Canciones que hicieron pogear al público e hicieron llegar al climax del concierto.

“¿Quieren más REM?” escribió Stipe en un letrero que la cámara mostró al público en un intermedio del concierto, lo que generó la más efusiva respuesta. “No los eschuchamos” fue el siguiente letrero, y la respuesta del respetable fue un vocerío más estridente. En ese momento aproveché para hacer bromas con mi amigo M, quien dijo que Stipe dijo que no nos ‘enchuchaba’, y yo recordé ese término jerguero que usa tanto mi amigo I para denotar enojo. Ojalá hubiera podido hacerle estos chistes a mi amiga lingüista L que estaba en otra parte del estadio, con todas sus vertientes sociolingüistas. Al menos para eso me han servido dos semestres en esta carrera.

Un momento de total emoción fue cuando Stipe bajó del escenario (lo hizo dos veces) para saludar al público, para luego subir con la bandera peruana que alguien le había regalado. El momento que yo más esperaba era escuchar “Everybody Hurts”, fue una especie de ‘La guerra y la paz’ pues vino inmediato el frenético “The One I Love”. En este momento el estadio se vino abajo. Otro momento cumbre fue el esperado "Losing my religion". Personalmente disfrute a rabiar con las interpretaciones de “Imitation of life”, “Electrolite” y “Man On The Moon”.

El concierto empezó a las 10:10 pm (para algo me ha servido la manía de ver el reloj cada cierto tiempo), y terminó casi frisando la medianoche. En un momento del concierto Stipe se dio tiempo para hablar sobre Barack Obama, el nuevo Presidente de Estados Unidos, y se mostró visiblemente emocionado por el nuevo mandatario y dijo que sentía vergüenza por el desastre al que ha llevado Bush al desatar tantas guerras en el mundo.

Es difícil a veces describir aquello que nos pasa en este tipo de vivencias, uno se ensimisma y explota por dentro si es que no lo ha hecho ante los demás; creo que el concepto de silencio activo y pasivo que leí hace poco del escritor belga Mauricio Maeterlink grafica mejor esto. Eso de que el silencio produce miedo es atroz, imaginemos el silencio multiplicado de una muchedumbre; pero lo que vivimos en el concierto está en las antípodas por suerte, gracias a la vida que nos ha dado tanto esa noche, casi dos horas de éxtasis que nos ha hecho olvidar lo que sucede fuera de los muros del estadio, la puta política y la vida de mierda que algunos sufren más que otros.

Noviembre se ha convertido en un mes de grata recordación para los amantes del rock, el año pasado, precisamente el 13 de noviembre, se presentó Björk, ante menos público que REM, pero estaba aquí en Lima, y este 14 de noviembre el grupo de Georgia nos regalo, creo a mi modesta opinión el concierto del año.

Momentos importantes del Lima Hot Festival

La presentación del grupo escocés Travis fue sencillamente un derroche generoso de energía y empatía con el público, que tal vez en su mayoría no los conocía a profundidad, pero sin duda dejaron una buena impresión. Los escoceses tocaron temas como "Sing", "Closer", "Turn" y “Why Does it Always Rain on Me?”; y las canciones de su reciente trabajo discográfico "Ode to J. Smith". Los mejores momentos de esta presentación fue cuando el cantante y guitarrista del grupo se metieron entre el público. Ojalá regresen al país, ya sabemos de lo que son capaces.

Abrieron el festival los nacionales Turbopótamos y Cementerio Club, quienes empezaron a calentar la noche con lo mejor de su repertorio. Personalmente me quedo con “Barco viejo” de Cementerio Club. Aunque los grupos nacionales tuvieron algunos problemas con el sonido sacaron adelante su performance.

Punto aparte fue lo expresado por el vocalista de Cementerio Club al calificar de música basura al regatón y a la cumbia de moda, creo que estos ritmos tienen su público pero son los medios quienes se han encargado de atosigarnos hasta la intoxicación con estos ritmos, es el afán mercantilista lo que ha arruinado la esencia de la cumbia, sobre el regatón que podemos decir, sólo suscribir lo dicho por el vocalista de Cementerio Club.