sábado, 21 de marzo de 2009

Balada para una teta asustada y otra excitada


Ver una película en un cine ya no es un paraíso sino algo parecido a viajar en un microbús que viaja a 10 km por hora por la Av. Abancay, donde nadie se salva de los vendedores ambulantes que se suben a la unidad a vender por las buenas o las malas según sea el caso. Algo de eso he sentido al ver la reacción del público ante los primeros minutos del filme “La teta asustada”, donde creo se condensa el dolor que han vivido las mujeres del Ande atrapadas entre la violencia de Sendero Luminoso y el Ejército; y que nos quiere transmitir la directora en ese diálogo y canto de la mujer que en su lecho de muerte recuerda lo vivido.

Estaba claro que ese canto tenía que ser en quechua y ahora entendemos porque gran parte del filme está hablado en este idioma. Pero volviendo a la reacción del público, que en su mayoría eran jóvenes veinteañeros, se echaron a reír ante la pronunciación de cierta palabra en un contexto justificado (cuando vean el filme se darán cuenta); es que estos chicos pensaban que estaban viendo una película de Porkys o ya estoy viejo y me enojo de todo.

Me pregunto si acaso hemos olvidado lo que eran los días de terror vividos en los ochenta y parte de los noventa. De seguro que los que pasamos la base tres no lo hemos olvidado, los que pasamos nuestra adolescencia entre apagones y más aún los chicos que antes de los veinte estaban en el Ejército realizando su servicio militar. Esos muchachos eran la carne de cañón que expusieron nuestros gobernantes, empezando por un gobierno militar que en los setenta no previó cuan grande era el peligro, seguido por un Belaúnde que tampoco hizo lo necesario por resolverlo, pasando por un García que dejó que esta situación llegara a límites extremos, y terminando por un Fujimori que pensó que lo mejor era arrasar todo muera quien muera.

Comentando de esta situación a un amigo me responde que estos chicos no saben o no entienden el contexto en que hemos vivido, para ellos es sólo una película que ha ganado un premio que debe ser muy importante porque ha salido en todos los medios hasta el cansancio, y cómo no también en el Especial del Humor de Carlos Alvarez y Jorge Benavides. Para luego rezongarme que somos un país inculto, una sarta de desilustrados, entenados de la generación X; y claro yo debo creerle porque lo dice un periodista que ha pasado por varias redacciones de Cultural de la prensa peruana.

Me había preguntado cuanta gente habría ido al cine a ver esta película sino hubiese ganado ningún premio. De seguro no mucha, pensé a los pocos días de que ganara el Oso de Oro de Berlín. Volviendo con mi amigo, éste me confiesa que compró un dvd pirata (de seguro la que filmaron furtivamente en Manchay) pero se veía tan mal que la botó, y que la próxima semana la verá en el cine. Aunque luego me dice que “La teta asustada” le parece sobrevalorada, y que para el jurado de Berlín le debe haber parecido un souvenir antropológico, y que les debemos parecer a estos señores unos ‘termocéfalos tercermundistas’. No sé porque él dice esto si no la ha visto aún, aunque así haya leído toda la crítica dentro del Perú y fuera de ella, igual no se lo increpé como debía.

Me pregunto qué es peor, que algunos jovenzuelos vayan al cine pensando que “La teta asustada” es una especie de “Quisiera ser millonario”, donde uno puede reírse igual de la pobreza en la India, o de los muertos de la violencia terrorista; o alguien que no ha olvidado esos días y vive al acecho con el miedo en cada respiro. De alguna manera todos tenemos algo de este miedo del cual habla este filme, en grados distintos pero algo de eso hay. En la película se cuenta que el personaje principal (Fausta) se ha metido una papa en la vagina, como un escudo protector contra los violadores terroristas, pues como dice: “sólo el asco detiene a estos hombres”. De igual manera en nuestra sociedad algunos llevan esta papa metida en los ojos para no ver nada, para ignorar y olvidar; pero no hay que confundir el olvido terapéutico con la impunidad. Esto va para aquellos que se oponen al derecho de tener una memoria colectiva para no volver a recaer en los mismos errores del pasado. Ya saben mis queridos ‘gato gordo’ y tetón, no se opongan al museo.

Pero también debo contar que a medida que la película avanzaba el público (que llenó la sala) se sumió en un silencio respetable, pues para qué va uno al cine sino para ver en silencio. Aunque claro las conversaciones post función no son muy aleccionadoras, pues en el baño de hombres un adolescente le dijo al otro de forma literal: “Oe yo pensaba que el jardinero se tiraba a la Fausta y le reventaba la papa”. Tal vez eso era de esperarse en un cine de Cono, aunque suene discriminatorio. Qué se oirá en los baños de los cines de Larcomar y el Jockey Plaza.

Como dice mi amigo y creo también, somos en su mayoría un público que gusta de tintes tropicales a lo Pantaleón y las visitadoras. No sé si “La teta asustada” pueda batir el record de asistencia de un filme peruano, pero es una muy buena película que nos cuenta una historia desde una óptica que hasta ahora a nadie se le había ocurrido, y que además tiene una actuación de Magali Solier conmovedora. La verdad yo quería comentar el filme pero me ha salido este texto. De todas maneras deben ir a verla porque es una muy buena propuesta, además de tener momentos de humor (pero no los primeros minutos que creo son los momentos más dramáticos de una película peruana). La música está excelente además. Como han dicho la directora Claudia Llosa este historia es un viaje de miedo a la libertad, y tiene razón.

Y para acabar esta historia el título de este texto se debe a que un imberbe que estaba sentado delante de mi asiento, no dejaba de meter sus manos y casi la boca en la teta de su novia, todo con la mayor frescura y sin importarle el que dirán. Uno elige otra película y el último asiento si viene para algún fin ‘romanticón’, en fin nos toca jodernos que se le va hacer.

Como dice el poeta Dylan Thomas: “Veo a los muchachos del verano en su ruina/ convertir en eriales los dorados rastrojos.”