jueves, 25 de junio de 2009

Por favor ayúdame a encontrar esto


A veces uno no puedo con la soledad y nos da por recordar episodios de nuestra vida pasada, recuerdos que andan atrapados en algún lugar de la memoria resistiendo ser enterrado por el olvido. Entonces nos decimos a nosotros mismo vayamos a ese encuentro, aunque sea despacio, por eso que un día llenó nuestra infancia de historias en imágenes en blanco y negro.

Alguna vez antes de cumplir los 10 años miré una película en la televisión, creo que por Panamericana TV. Estoy casi seguro al 99% que uno de los papeles protagónicos de un triángulo dramático sino romántico, lo interpretaba uno de los mejores actores del cine norteamericano, Lee Marvin.

He revisado cuento he podido la filmografía de Marvin pero no doy con el filme, puede ser que también no sea él (siempre ese 1% juega en contra); y entonces hay que esperar que por causa de la casualidad alguna vez encuentre lo que busco.

El filme era una historia trágica, tal vez una del cine negro de los cincuenta o inicios de los sesenta. Se trataba de dos hombres y una mujer que desarrollan una historia de intrigas en una pequeña ciudad de entorno rural. Allí un extraño llega al pueblo y conoce a la hija de un granjero (o algo así), nace un amor que se enfrenta a los celos y maldad de un oscuro trabajador de la granja -Lee Marvin- que también está enamorado de esta mujer. Los amantes huyen a una ciudad grande, y he aquí la escena que me ha dejado un recuerdo indeleble. Una noche de fuerte lluvia ella sale a buscar a su amante y se enferma gravemente de neumonía, y termina muriendo en los brazos de él; antes de eso hubo una pelea por un malentendido y por eso ella sale en plena lluvia a impedir algo que no recuerdo qué es. Una historia de amor que termina con la muerte de uno de los amantes.

Para mí ha sido un descubrimiento que Lee Marvin (1924-1987), actor conocido por sus interpretaciones de personajes duros y violentos, haya formado parte de esta historia de amor desgraciado.

Si alguno sabe de esta película y puede ayudarme le agradecería mucho me ayude. Ya no tengo el vetusto cajón de madera de mi televisor en blanco y negro, pero tengo intacto mis ojos de niño asombrado con una historia trágica. Ojalá Panamericana TV la pase ahora que anda estos días transmitiendo repeticiones y maratones de Popeye.

De encontrarla de seguro que la veré bien acompañado (o sea solo), con algo de vino (si es que hay) y con un previo musical entre Nat king Cole y Billie Holiday (para estar a tono entre tanta desgracia).

Si pueden ayudarme, gracias.

miércoles, 24 de junio de 2009

Dígame licenciado


Uno termina de estudiar la carrera en la universidad y entonces empieza a proyectarse en licenciaturas, maestrías y doctorados. Eso les pasa a algunos, otros siguen su camino post universidad a punta de machetazos abriendo camino como los que se adentran a una selva inextricable, en este caso la jungla del mundo laboral.

Cruzar la ciudad se hace cada vez un mayor martirio, pero debía ir a San Marcos el jueves 18 de junio. Aunque pensemos que ganamos tiempo si madrugamos en realidad cruzamos un aparente silencio, pero nunca le ganamos al tráfico que nos apuñala las ganas de vencer al tiempo. Tal vez en otras ciudades del mundo esta batalla la ganaría el que madruga, pero en Lima eso no pasa.

Mi entrañable amigo I va a sustentar su tesis de licenciatura en la Escuela de Comunicación Social de San Marcos. El tema a tratar es el uso de Internet en la campaña de comunicación estratégica de una entidad del Estado. Algunas horas después de sustentar (en un taxi por la Costa Verde cruzando la ciudad otra vez) me cuenta que empezó esta aventura por licenciarse desde hace nueve años.

Me pregunto por qué realizar algunos trámites burocráticos tardan más que estudiar la misma carrera. Algunos pierden la lucha por licenciarse, en mi escuela somos muchos. Pero también están los que lo hacen apenas terminan la carrera. He visto un caso hace diez años donde la presentación era muy pobre, hoy con algunos años de experiencia puedo decir que esa sustentación fue casi vergonzosa académicamente; pero el poder de las buenas formas y el vino escanciado generosamente, además de los canapés y la presión de las graderías formado por amigos inexpertos y familiares, nunca falla para que el jurado entregue el dichoso título.

Más allá de mi ‘sudamericana curiosidad’ estaba en esa sustentación de tesis por un tema de amistad con mi amigo I, y también por un interés académico profesional. “Ahora vamos a ver tu show en el cuarto de un hotel frente al mar, lee mis labios karaoke como un rey convénceme, convénceme, convénceme…”; se me viene a la mente esta parte de la letra de Karaoke, la canción de Gustavo Cerati, para creer que así se encuentra la mente del jurado, con ganas de que los convenzan. Pero “el descaro baby es parte de la diversión” pienso yo (parafraseando la canción, es más para mí no es cierto eso de que “no te alcanza con improvisar…”).

No quisiera contar los contratiempos que tuvo que pasar I para por fin sustentar, esta era la segunda vez que lo intentaba, la primera vez no pudo hacerlo porque la universidad fue tomada por los alumnos, pues coincidía con el paro nacional en solidaridad por los hechos acaecidos en Bagua. El jueves 18 a las 10 de la mañana otro contratiempo amenazaba suspender otra vez, a menos que esperemos hasta la tarde, y así se hizo. Uno no puede pedir permiso cada rato en el trabajo para decir que va sustentar su tesis, dónde está la seriedad de esta universidad dirían. Es que hay personas que no saben como funcionan algunas cosas en San Marcos. No digo más para no darle con más palo a mi querida casa de estudios.

La sustentación se llevó a cabo con el mínimo requerido de participantes, parecía un juicio sumario de alguna película con tintes kafkianos (no sé porque se me vino a la mente la novela El Proceso, la parte en que el personaje principal -Josef K.- va a buscar al juez a los juzgados, en fin lean y ahórrenme contar más).

La presentación fue buena, aunque en realidad uno espera que el jurado le saque al fresco al alumno con un interrogatorio estricto (quién sabe si le dedicaron el tiempo justo en leer las cientos de páginas de la tesis); me quedé con las ganas de ver a I paseándose con las respuestas; yo que le he visto trabajar convenciendo de estrategias a personas como ex ministros y personalidades del país, y no es que sea ‘patero’ pero uno sabe el potencial de las personas con las que ha trabajado.

Luego de algunos minutos la voz grave del presidente del jurado dice con parsimonia, “señor… desde este momento es usted licenciado…”; yo completo la frase en mi mente con la consabida: “Desde hoy es licenciado por la causa y voluntad general de los pueblos que Dios defiende…”.

La nota es buena pero no le parece suficiente a I. Al final salimos corriendo porque uno debe ir a trabajar, así es la vida. No hay tiempo para celebrar. No hay vino ni agua, sólo una extraña sensación de haber dado un gran paso al que hay que sacarle el máximo provecho laboral.

San Marcos está distinto, por no decir que es otra casa a la que dejamos hace una década. Aún así heme aquí frente a contenedores de barco como paredes, y una seguridad en las puertas que casi no existe, o sea pasa cualquiera y sale cualquiera con cualquier cosa escondida en la mochila. Aunque el espíritu estudiantil por pasar las horas entre el ‘hueveo’ y las disquisiciones académicas en el patio de Letras es el mismo, eso me reconforta. Cuantas horas de mi vida he pasado en ese patio hablando de todo y mirando la belleza pasar para hacerse inmortal en el recuerdo (disculpen pero el ‘hueveo’ de Letras aún vive en mí).

Como dice el maestro Cerati: “Conocer la otra mitad es poco, comprender que solo estás es más puro…”; así que hoy contaré sólo la mitad de esta historia.

miércoles, 3 de junio de 2009

Chica de 17 años busca pretendiente


- En El Comercio del 20 de enero de 1849 (Nº 2668) hay un aviso, en la sección comunicados bajo el título “¡Quema quema!” en el que “una señorita de 15 a 17 años de edad, buena educación, dote crecida y gracioso palmito, desea establecerse con el primer joven que se presente…” (pág. 127).

- Avisito muy revelador de la afición a divertirse de nuestros bisabuelos, es, sin duda, el que registra El Comercio del 23 de junio de 1848 (Nº 2696). Se trataba de un rancho en la Pampa de Amancaes, donde se servía ‘aves’, asadas, fiambres y toda clase de licores, y se advertía que había “dos salones: uno para las señoritas y gente decente y otro para toda clase de personas…” (pág. 125).

- La importancia de Chorrillos en los tiempos pasados puede deducirse fácilmente de un suelto de crónica del 15 de marzo de 1865 (Nº 8089). El balneario era entonces centro de atracción realmente extraordinario para la época. Basta para apreciarlo que reproduzcamos el comienzo del articulito: “En los hoteles de Chorrillos hay salones públicos destinados al juego de envite…” El suelto termina haciendo un serio llamamiento al intendente Baquero, para que ponga remedio al mal, pues asevera que en esos centros de perdición se ven “viejos, niños, clérigos y frailes…” (pág. 90).

Sólo estos pequeños párrafos para darnos cuenta que las ansias por el dispendio carnal ha estado presente desde siempre. Estas observaciones han sido tomadas del libro: Nuestra pequeña historia, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1966, del poeta peruano José Gálvez Barrenechea (1885 – 1957), y que cuenta con el prólogo de Luis Alberto Sánchez.

Podemos ver que los avisitos ‘rucos’ del Trome pueden tener alguna relación histórica con el rancho de la Pampa de Amancaes, por mientras son diarios del mismo grupo. Para la niña del ‘gracioso palmito’ ese aviso venía a ser su hi5 o facebook de la época, pues resalta sus mejores atributos para tener éxito en su búsqueda de aquella persona (en este caso el primero que se presente). Y que decir del Chorrillos del siglo XIX, de seguro estaba por allí entre esos casinos de los hoteles chorrillanos algún precursor del padre Alberto Cutie.