miércoles, 10 de febrero de 2010

El bloguero entre el centeno




Me pregunto con morbo si el viejo Jerome David Salinger murió atrapado entre pañales para adulto, o manoseando a su antojo a alguna jovencita que ‘trabajaba’ para él en su casa. Alguna vez leí por allí en Internet que el viejo vivía apartado del mundo, pasando sus días con bellas chicas de la limpieza, y con el rifle en ristre para darle a algún ‘sapo’ que osara tocar su puerta; de seguro algunos periodistas se fueron más que asustados, hasta que ellos y el mundo aceptaron su alejamiento. Como diría yo mismo de adolescente: me llega al pincho el mundo, déjenme solo en mi casa y no me jodan más.

Revisando hace poco un texto de Cioran, encontré unas líneas que encajan perfecto con lo que quiero decir de Salinger: “Un escritor no nos marca porque lo hayamos leído mucho, sino porque hemos pensado en él más de la cuenta. No he frecuentado especialmente a Baudelaire ni a Pascal, pero no he dejado de pensar en sus miserias que me han acompañado siempre con la misma fidelidad que las mías”.
No he leído toda la obra de Salinger, pero lo que había leído de él en la universidad (Nueve cuentos, 1953, un libro que quise robarme de la biblioteca de Letras pero no pude; una edición cubana de los setenta. La isla de Fidel editando a Salinger, que tal la ironía); más todo ese aura de malditismo me hicieron recalar más de la cuenta.

Esos pocos cuentos (entre los que estaba el genial “Un día perfecto para el pez platano”) me habían empujado a escribir mis propias miserias, parafraseando a Cioran. Ni siquiera había leído su obra cumbre “El guardián entre el centeno”, hasta que supe que murió el viejo hace unos días.

No encontraba el libro a un precio que no pueda resistir, o sea algo barato. Hasta que hace un par de años encontré tirado en el piso entre los remates de unos cachineros de Villa María, “The catcher in the rye”, una edición de 1977 de una editorial de New York, con anotaciones en inglés y a lápiz de su ex dueño. ¿Cómo llegó allí? No lo sé. Lo que importa es que hallé una joya a un Sol, que tal. Más perfecto imposible. La verdad es que no soy de ir a Crisol y esos lugares, al menos no por ahora.

De vez en cuando ensayaba mi inglés, pero allí estaba el libro. Hace unos años mi amiga Ljudevir me envío la versión electrónica en español de “El guardián entre el centeno”, del libro de bolsillo de Alianza Editorial de 1995. Reconozco que me da pereza leer en la PC, pero al saber que murió el viejo abrí el archivo y no paré de leer hasta terminar. Deben haber sido unas 10 horas entre cuatro días.

Holden Caulfield, el protagonista de la novela, es un adolescente rebelde en busca de su identidad en un mundo que percibe como hipócrita y falso. Eso dicen los libros de crítica literaria, pero luego de leer creo que es algo más que eso. El personaje refleja las ansias de ser como uno debe ser en un mundo, libre de castrantes protocolos sociales; lo que al final le deparó terminar encerrado en lo que parece ser un manicomio. Es que a los que piensan distinto en el mundo hay que encerrarlos, así dicen los tíos como Cipriani y los derechistas del mundo.

No quiero escarbar en su biografía. Su propia hija dijo que era un tío perverso, que era una mierda. ¿Quien puede saberlo? Dicen que dejó unas 15 novelas ocultas, otros dicen que dos. Preguntas que sólo pocos saben. Al final seguirá en el misterio, al igual que su autoexilio del mundo. Morir a los 91 años es más que suficiente para el mundo y él mismo. No hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista.

Creo que un escritor no debe ser tomado como ejemplo de conducta. En realidad creo que nadie debería serlo. Si Salinger fue un tío que encarnaba la perversidad del mundo, no nos incumbe. No somos sus hijos, solo lectores hambrientos de historias oscuras, oscuras como nuestras putas vidas. Así diría mi yo adolescente para terminar este post.

Post data. Me gustaría comentar más sobre la novela pero no hay que abusar del tiempo de los lectores. Así que léanla si pueden, y si no pueden sepan que alguien escribió sobre esos días en que todo va mal, y llega el momento en que es peor.

lunes, 1 de febrero de 2010

Del aserejé al Ceragem


Allí estaba yo como un asiduo de hechos extraños, en medio de una fila en su mayoría viejitos con bastón y con las fuerzas justas para subir una escalera, los huesos a punto de romperse y el cuerpo ajado lleno de dolores y con todas las enfermedades habidas y por haber. Allí estaba yo llevando el espíritu jodido de los viejitos de los Muppets.

Años atrás cuando iba al trabajo, más de una vez me asaltó la curiosidad por saber que hacían tan temprano decenas de viejitos en la puerta de un local comercial en el óvalo Higuereta. Pensé primero que era algo relacionado con jubilaciones o el famoso FONAVI; pero no, era el primer centro de terapias CERAGEM del Perú.

Ahora estaba allí en esa fila. No en Higuereta, sino en un local más cerca de mi casa, uno ubicado en San Juan de Miraflores. Había llegado donde no pensé llegar. Con el tiempo supe de qué se trataba esa cola en Higuereta y de lo que eran las terapias CERAGEM. Sabía lo necesario al menos. Pero digo que llegué donde no pensaba llegar porque siempre he sido desconfiado de estos centros ‘milagrosos’.

Llegué a CERAGEM gracias a mi primo V, pues él llevaba meses yendo a la terapia y años tratándose con quiroprácticos debido a una dolencia en la columna. Él y su mamá son usuarios y según me dicen les va bien.

Llevaba meses sin ver a V, cuando me contaron que estaba muy mal y hasta había ido a parar al hospital. Fui a visitarlo y al final no era tan grave la cosa. En esa visita es que V me engancha al CERAGEM, aunque hacía mucho tiempo que mi tía me dejaba los volantes del CERAGEM en mi casa invitándome. Pero a mí que no me gusta ir ni al médico, menos iba a ir a este lugar. Pero V me convenció. “hay monitoras ricototas”, me dijo; ya con eso no tenía escapatoria.

Hay mucha información en Internet sobre CERAGEM, así que aquí no voy hablar sobre ello; pueden entrar a www.ceragem.pe y enterarse más. Lo que puedo decir brevemente es que es un tratamiento venido de Corea del Sur, que usa parámetros orientales que tiene que ver con puntos de energía del cuerpo, donde se aplican piedras de jade calientes para mejorar y corregir malas posturas de la columna, que es el principio de muchos males.

Para ser más explícito la terapia se basa en cinco principios: quiropraxia, moxibustión, acupresión, masaje, y rayos infrarrojos lejanos y luz de helio. No soy experto en el tema así que lo dejo allí.


Lo que quiero contar es sobre el ambiente que se vive en este lugar. He ido hasta ahora a ocho sesiones y puedo decir que las personas que van han formado un grupo donde comparten algo más que la terapia, comparten su tiempo en medio de charlas, rutinas de baile y una gimnasia suave; que ya es bastante para hacer la vida de un viejo achacoso menos solitaria y no acabar como el reciente muerto fresco J.D. Salinger, apartado del mundo y maldiciendo de el (tenía que meter en este post como sea a Salinger… un escritor de la puta madre como diría yo en alguna borrachera).

Hay viejitos que hacen tai chi y hay los que hacen terapia CERAGEM. Quiero reconocer que lo primero que me llamó la atención es que la terapia no cuesta dinero, pero hay que invertir entre dos a tres horas entre una cola fuera del local y unas charlas donde las monitoras explican de que se trata esto y la terapia finalmente.

Algunos se duermen en plena charla y otros la pasan bien entre las ganas que le ponen las chicas de CERAGEM, las canciones y los chistes, es que hay viejitos chacoteros, como para no creerlo. Yo como siempre ando en silencio, e intercambiando nuestras últimas mataperradas con mi primo V.

Además de la salud física es muy importante la salud mental, y eso es lo que mejoran cuando se reúnen todos los días estas personas, en su mayoría personas de la tercera edad y con pocos recursos económicos. Las personas pueden comprar las dichosas máquinas si desean y llevar a su casa la terapia. Pero pueden venir las veces que quieran y recibir la terapia totalmente gratis.

Lo que hay aquí es una estrategia de marketing directo, el face to face, como quien dice nadie le gana a radio bemba. Pero ese es otro tema.

He ido ocho veces a la terapia y la verdad es que me relaja mucho, al menos puedo decir eso (si pudiera curar definitivamente mi gastritis e hipertensión sería lo máximo). No puedo garantizar que cura muchas enfermedades porque no soy un perito en el tema médico, pero hay muchas personas que dicen haber mejorado, y pues algo bueno debe tener para que miles de seguidores en todo el mundo digan maravillas de esta terapia.

Por mientras nos quedamos aquí con las charlas de las chicas y pasando del aserejé (entiéndase toda clase de ritmos que le hace mover a uno los huesos), a las piedras calientes y el rico masaje.

Post data. Hay que llevar un polo blanco y dos sábanas blancas y tomar mucha agua. También llevar libros y diccionarios para ir leyendo en la cola, o el MP3 lleno de canciones nuevas, las más caletas e indis para contrarrestar a tanto hermanos ‘yantén’ que nos atosigan por todos lados. Saludos a las chicas monitoras: Shirley, Rosa, Angela, Jenny, Eliana.