martes, 3 de noviembre de 2009

El Halloween de los pobres


Parece que la costumbre de celebrar Halloween llegó para quedarse en el Perú como una fiesta de aceptación social, al menos en las grandes ciudades, donde la interrelación con las tradiciones foráneas es fuerte. Así que, pienso modestamente, que no es muy inteligente eso de pelearse con esta celebración y poner a la gente a elegir entre esta y celebrar el Día de la Canción Criolla; como si nuestra peruanidad dependiera de esto.

Cómo le decimos a un niño que no se emocione con disfrazarse de lo que quiera, o lo que pueda, para luego salir a pedir dulces a la calle. Menos decirle que ese día debe celebrar el Día de la Canción Criolla, y hacerle escuchar hasta el hartazgo “El plebeyo”; lo que conseguiremos es el efecto contrario. Así que lo mejor es la simbiosis cultural, al menos hay dos motivos de fiesta, y una no tiene que matar a la otra.

Pues los criollos de verdad viven su condición todos los días del año, y no tienen que ponerse la etiqueta del 31 de octubre como el único día valedero para recordar nuestro bagaje cultural inserto en lo criollo; al menos así lo escuché decir al famoso señor Luis Reppeto (museólogo) en su programa radial en RPP la noche del sábado 31 de octubre; y yo pienso igual.

La noche del sábado 31 estuve andando por algunas calles de Chacarilla del Estanque en Santiago de Surco, y pude ver a numerosos niños y púberes de condición humilde pidiendo no sólo dulces sino lo que fuera; algunos disfrazados con la mayor sencillez y otros con bolsas plásticas cubriendo partes de sus cuerpos como si fuera un disfraz. Es decir, la creatividad al rescate, para no perderse la oportunidad de pedir.

He aquí mi reflexión, Halloween es la oportunidad y día de aceptación social para que una persona –en este caso niños- pidan dulces a personas adultas. Pero viendo a estos niños necesitados por las calles de Chacarilla (barrio residencial de clase media alta), pidiendo lo que sea, comida, ropa, dinero; como que nos da a pensar. Pues estos niños vienen de zonas periféricas pobres de la ciudad, en este caso del Cono Sur de Lima, de distritos cercanos a Surco como San Juan de Miraflores, Villa María del Triunfo o Villa El Salvador.

En este caso esta fiesta sirve para exteriorizar que la fecha se presta para que el pedir limosna ‘pase piola’ como se diría. Entonces, cómo le decimos a un niño pobre que el 31 de octubre debemos celebrar nuestra peruanidad con la música criolla. Además cómo le decimos a un niño de hoy, que vive entre medios audiovisuales como Internet, la TV y la radio que como peruanos debemos defender a rajatabla nuestro acervo musical criollo, cuando desde que nació sabe lo que representa Halloween, un día (en este caso noche) donde uno se divierte disfrazándose y encima recibe dulces o regalos.

Además, nada nuevo hay bajo el sol; sino no olvidemos que la Iglesia Católica tomó el Día de todos los Santos de los Celtas, que es la cultura que celebra el 31 de octubre la noche de Halloween, o el fin de año Celta y la llegada de uno nuevo; de allí viene la costumbre de enterrar a los seres malignos y empezar al día siguiente con el día de los vivos (el 1 de noviembre). Y, claro, de los Celtas viene eso que los niños se disfracen de seres malignos (pero en el Perú lo hacen de lo que sea o lo que puedan); y los adultos también para irse a sus fiestas.

Y de estos tiempos es la costumbre de que si al requerimiento de ‘dulce o truco’, no hay regalo le venía la destrucción al dueño de casa. Los antiguos Celtas no se venían con vainas. Esto me hace pensar en los pandilleros urbanos de Lima, estos andan de ‘dulce o truco’ todo el año.

Como corolario pienso que estas fiestas, la de Halloween y el Día de la Canción Criolla deben celebrarse y no hacernos problemas patrióticos. Con esto no quiero desmerecer esta fiesta nacional, pues creo que el tiempo se encargará de hacer conocer y valorar a los niños la riqueza de nuestra música. Lo que sí hay que hacer urgente es difundir todos los días del año nuestra música peruana.

Yo por ejemplo, en casa de mis padres no escuchaban música criolla pues no forma parte de su entorno cultural pues son de la Sierra. Pero yo me he cultivado en este gusto y me encanta la vieja guardia y algo de la nueva. Creo que luego de este post voy a descargar lo que haya de Lucha Reyes (que a estas alturas de mi vida) me hace casi llorar su forma de interpretar. De paso tengo que renovar mis viejos cassettes de música criolla que tenía.

Así es el hombre o debiera serlo, universal. Así como un día pasamos de Faith No More a Lucha Reyes, igual pasamos de los huaynos ayacuchanos a las sinfonías de Beethoven, o las cumbias de Los Mirlos o el rock de Los Belkings. Para todos hay.