lunes, 31 de enero de 2011

Reflexiones de un pene solitario sin bicicleta


Hace algunas semanas viendo un programa de tv del cable escuché una frase que me hizo pensar en un tema que no es nuevo, sexo y poder. Aunque ya se ha hablado y se ha escrito del tema me pareció curioso, pues alguien contaba que un automóvil era la extensión de su órgano sexual, en este caso un pene.

El canal VH1 pasaba un reportaje sobre las costumbres de los nuevos ricos en Inglaterra. Entonces un hombre de aproximadamente unos cuarenta años contaba como había cambiado su vida ahora que era un nuevo rico gracias a sus acertadas jugadas financieras. Pero el tema no es lo económico en sí, sino que una de las cosas que había empezado a hacer era comprar automóviles de lujo.

Entonces presentaba cada uno de sus coches hasta que dijo la consabida frase: ‘este moderno, poderoso, lujoso auto es la extensión de mi pene’. Entonces me puse a pensar en lo que eso representaba más allá de que la frase no era nada nueva. Qué podía significar eso en un país como el Perú.

Cómo es el pene de los que se transportan en majestuosos Mercedes Benz negrísimos y brillantes, con motos de la policía abriendo paso y saltándose los semáforos porque nada puede detener a ese ‘pene’ embalado que tiene que hacer sus ‘faenones’. Tal vez ese pene más parece un matón que te va a dejar molido, y está lejos de procurarte sensaciones placenteras.

Cómo es el pene de los que manejan esas modernas 4X4 de lunas polarizadas que llenan las ya congestionadas avenidas de Lima, para ir a comprar algo a dos o tres cuadras de su casa. Ellos deben pasar primero siempre y que el transporte público se joda. Me imagino en un pene señorito al que hay que engreír, porque sino se transforma de un refinado Dr. Jekyll a un energúmeno Mr. Hyde, no sin antes ‘cholearnos’ con su rica jerga ‘asiática’.

Cómo es el pene de los choferes de combis asesinas que corren como locos para ganar un pasajero más, a costa de la vida de los otros pasajeros. Ese pene debe ser uno que se cae a pedazos al igual que su combi que tiene más modificaciones dignas de Frankestein, con los asientos amarrados con alambre y las ventanas rotas o tapiadas con un pedazo de cartón.

Cómo es el pene de aquel taxista que va por la ciudad con su Tico amarillo, metiéndose por doquier sin respetar las reglas y cerrándote porque ellos son los bacanes de las pistas ¿o de la jungla? Me imagino en un pene con espíritu de rata achorada, de la cual debes cuidarte porque puede salpicarte con su meada pues se orina en sí mismo, en este caso en sus propias llantas en plena avenida y a vista de todo el mundo. Todo un exhibicionista el señor maní, maní por el tamaño del Tico.

Y si hablamos de tamaños, cómo será el pene de esos que manejan esas moles de cinco pisos que hay en las minas. Esos camiones que cargan toneladas de mineral y que nos hacen ver como hormigas. Esos penes deben ser más que poderosos, Dios, no puedes meterte con él porque está más allá de ti y tiene a las leyes de su parte, algo así como la encarnación peniana de “No es país para débiles”. Ese pene es una roca y te va a doler.

Y así podríamos enumerar a varios penes pero ya depende de cada uno. Yo por mientras debo confesar que no tengo auto, alguien con ganas de joder diría que soy mocho. Alguna vez quise comprarme un Opel de inicios de los setenta porque tal vez soy un romántico que le gustan los autos clásicos. Ya no manejo bicicleta y no recuerdo si aún la tengo por allí, es que tantas caídas lo dejan a uno con la moral baja. Al final no pienso igual que el inglés del programa de VH1, y mi pene está allí tranquilo, reflexionando hasta que le toque trabajar en lo suyo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

saludos señor penante.. gracias por la sonrisa :)