jueves, 4 de septiembre de 2008

De la feria del libro a la feria del sexo


Es lo mismo de todos los años. Esperar a mi amigo C sentado en el paradero de Circunvalación y Javier Prado. Parezco un envase vacío esperando llenarse de algo bueno en la Feria del Libro de Lima. El año pasado me había prometido no volver porque nada me emocionaba de esta feria, pero uno promete y promete y vuelve a recaer como un adicto a las drogas. Creo que hay cierto placer en romper promesas para jodemos la vida. Uno siempre dice no vuelvo más pero regresamos porque no podemos contra la esperanza de que este año será mejor.

No se puede evitar caminar en esa procesión de los devotos del consumismo del Jockey Plaza, lugar al que sólo voy por la feria y donde nunca he comprado una mísera aguja porque todo me parece caro, pero quien puede comprar que lo aproveche.

Hay que pagar la entrada. Primera sorpresa, son dos soles y no un sol como lo anuncia el suplemento de la feria ‘Leer o morir’ (el año pasado costó un sol), tal vez los dos soles es el precio de fin de semana (es sábado 26 de julio, quién sabe). Tal vez deba recordar que estamos en época de inflación ‘importada’, tal como lo dice siempre el inequívoco Presidente Alan, la culpa siempre es de los otros y nunca nuestra.

Se ha dicho que a esta feria asisten más de 200 mil personas, o sea que el alquiler se pagó de lejos con el ingreso de las entradas; felices los del Jockey Plaza que encima tienen la concha de discriminar que autor va o no va, lo digo por el tema de los escritores presos por terrorismo que no pudieron ir a la feria a recibir un premio, en fin.

Tal vez esto haya servido para marketear la feria. Ya un preso dijo en la premiación (que al final fue en Petroperú) gracias a esto se ha despertado una nueva sensibilidad entre los medios y las personas; y el Jockey Plaza queda como el ente virreynal, reducto de blanquitos con billeteras gordas.

Otro evento que sirvió para marketear la feria, ha sido el lío entre la Cámara Peruana del Libro (CPL) y los señores de Alianza Peruana de Editores (ALPE); con la retahíla de dimes y diretes en los medios creo que hasta los más despistados se han enterado que Lima tiene una feria del libro, pobre pero honrada, diría mi jodido lado sarcástico.

Encuentro trabajando en la feria a mi amigo sanmarquino L, librero de a pie y amante de los libros, que sin anestesia hipócrita me dice que lo mejor de la feria siempre son las ponencias, a veces más que los libros en si.

Eso de que la feria impulsa la lectura no sé cuan cierto sea. Esto es en realidad un mercado donde las editoriales ponen en vitrina lo que tienen y compran los que pueden comprar. Este año lo que más se vendió fueron libros para niños ha reportado la CPL. Cuanto de estos libros vendidos se lee, ojalá todos, yo con vergüenza reconozco tener libros comprados en ferias pasadas esperando mi lectura.

Recuerdo que en años pasados compraba libros por montones (cuando la feria era en la Av. La Marina), ahora lo hago a cuentagotas, en esta 13 feria sólo compré un manual de informática, ya nada de literatura ni filosofía; ¿será acaso que me he convertido en un hombre anodino que ha salido de la feria más deprimido que cuando entró?

Otra vez me quedo con ganas de no poder comprar algunos libros por ser caros para mi bolsillo, mi stand favorito siempre es el Fondo de Cultura Económica, y por allí escondido en otro stand el diario de Pizarnik y uno que otro libro de historia y ensayos de política. Tal vez a la feria se viene a ver lo que no puedes comprar, así me dice sonriente mi profesor sanmarquino B, el cinéfilo de la eterna gorrita, al que encontré allí.

Recuerdo que hace diez años no compré un libro perfecto para adentrarse en la filosofía alemana (editado por la Universidad Peruana Cayetano Heredia), de lo cual me arrepiento pues incluso le presté el dinero a un amigo para que lo compre, y yo me llevé sólo el libro “Introducción a la literatura alemana”. Siempre busco este texto pero ya no existe. Algunas cosas que hacemos de jóvenes lo lamentamos de viejos, de viejo verde diría mi lado sarcástico.

Este año hemos estado más en plan coqueto con C, pues al ir al stand de Petroperú me era difícil sacar mis ojos de la chinita ‘rica’ que daba informes al público, no importaba que no supiera darme razón de los libros ganadores del Copé de hace algunos años atrás. Ella iluminaba ese lugar y eso era suficiente (¿trabajará en Petroperú gracias al APRA? Si es así voy corriendo a sacar mi carnet a Alfonso Ugarte).

Tampoco puedo dejar de mencionar a la vehemente vendedora del stand de Unimundo, que casi logra que le compre el libro “Lima Antigua (1562-1947)” que contiene hermosas fotografías de la Lima de ayer. Guapa la niña pero tanto ímpetu comercial me avasalló (me faltaron unos vodka para sacarle el celu creo), luego leí en un blog de Perú 21 que se llama Erika, el nombre de la chinita se las debo.

Historia aparte es el pabellón dedicado a Chile, hubo muchos libros interesantes, aunque a mi amigo C sólo le interesaba encontrar libros de historia donde se explaye sobre la posición chilena sobre la guerra del Pacífico. C, consumado antichileno, escudriñó libro por libro para ver que encontraba. Lástima que los libros que le interesaban sólo estaban en exhibición y no en venta, y eran pocos los que abordaban el tema de la guerra.

Hay que reconocer que una buena delegación de autores chilenos ha visitado esta feria. Capítulo aparte es que mi amigo C, haya intentado enamorar a una señorita chilena (sospechamos por el acento), pero con resultado fallido; aunque en el fondo sólo lo hace para vengar la guerra perdida con un ‘sexo duro’ con cualquier chilena que se le atraviese, según dice riéndose como un desquiciado.

“Esto por el Huascar, toma esto por Arica…”, dice C, mientras ensaya con la mayor discreción algunos movimientos pélvicos sexuales; y yo claro me mato de la risa, y recuerdo luego a otro amigo que también hace lo mismo pero con las ecuatorianas. Uno nunca sabe cuantos ‘heroicos’ patriotas dispuestos a todo se encuentra en estas ferias, habría que darles una medalla en vida creo.

Pero ya esta bueno de ‘terrorismo sexual’. La feria, el mercado editorial de mayor importancia según dicen todos los expertos ha cumplido su cometido, vender más este año. Ojalá pronto tengamos una feria como la de Buenos Aires o la de Guadalajara, México, ni que decir de la de Frankfurt, soñar no cuesta nada. Ojalá un día vengan autores de la talla de Tom Wolfe, Paul Auster, Günter Grass, ahora no sé si sueño o estoy terminando esta historia con ganas de joder.

Post data: Les debo lo de la feria del sexo, creo que eso fue hace 2 o uno año saliendo de la feria del libro, no recuerdo, pero siempre con mi amigo C (el hombre del falo en ristre contra toda chilena); pero como necesitaba un título socarrón no sé me ocurrió otro.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Creí que citarías tu vieja frase: "uno promete y promete hasta..." jajaja.
Respecto a lo que manifiesta Bonifaz (asi se llama el profe no?) le doy toda la razón, por eso digo "Av. Amazonas corazón..." te tragas algo de polvillo pero con paciencia, encuentras buenos libros.
Aún así, todo acto cultural-comercial que se organiza nos cae bien.
Saludos
Fire

Anónimo dijo...

la feria del libro fue en julio y andamos en setiembre¿?.
A la feria entro el q pagaba si es de dinero nada q ver.
Hubieron libros interesantes,muy caros es verdad y eso de q insentiva la lectura,mentira, y las ponencias con las justas 5 gatos.lo uniko q se lleno fueron los concert.

Anónimo dijo...

Emilio en la feria vi a un pata sanmarquino que creo era tu amigo, ¿será el L que mencionas? estaba en un stand cerca a la cafetería. Buen relato, pero otro titulo pes! estás como diario chicha que pone de titular PAGAN A FONAVISTAS y cuando lees la nota no dice nada sobre eso.
LourdesA.