martes, 28 de abril de 2009

Leyendo ‘chistes’ en la Ciudad de Dios


El último recurso de los ‘desesperanzados’ es recordar. Gracias a un comentario de ‘Chema’ Salcedo en la radio en días pasados, pude retroceder en el tiempo de mi infancia. Eran los días en que uno iba a los mercados y encontraba los puestos donde alquilaban comics, y uno se pasaba horas leyendo y releyendo las historias que han llenado nuestra vida con imágenes que aún perduran.

Como olvidar a esa especie de factótum que regentaba aquel puesto de alquiler de comics, que nosotros llamábamos "chistes"; siempre con el ojo avizor para no dejar que nadie se pase de listo y se lleve algún comic o revista, que para todos había. Recuerdos aquellos del gran mercado Ciudad de Dios (vaya nombrecito, algún día debería contar algo de sus historias); por mientras para recordar se dijo que era el mercado más grande de Sudamérica luego de la construcción del Mercado Cooperativa Ciudad de Dios, ahora no sé cual es su condición, por mientras ya no es aquel laberinto del Minotauro donde uno se perdía si no conocía bien sus caminos internos.

Nunca he conocido a alguien que le gusten los comics y sea aburrido, por decir lo menos. Hay una extraña y tácita hermandad entre los amantes del comic. Pero de eso ya se ha escrito, pero creo que poco de los puestos de alquiler de los llamados ‘chistes’, esas publicaciones coloridas que llegaban a nuestro país con retraso. Una editorial que recuerdo las editaba era Novara de México. Recuerdo que en estos puestos uno llegaba a conocer algo del mundo más allá de Lima, todo lo demás estaba lejos, muy lejos para un niño de aquel entonces (no había Internet, ni celulares, ni cable). Estamos hablando de inicio de los ochenta.

Un puesto para mí especial era el que estaba a uno de los lados de salida del mercado Ciudad de Dios, frente a la Av. Los Héroes, casi oculto, pues uno aparentemente salía del mercado caminando por un pasaje de un metro de ancho, pero debía retroceder en una esquina formada por puestos de ropas para adentrarse en aquel mundillo de lectores silenciosos. Si uno seguía aquel pasaje se encontraba con los dos primeros puestos de discos de vinilo de este mercado, y de seguro del distrito. Estos puestos eran de madera, y a veces el sonido de discos de grupos como The Bee Gees, The B-52's, The Eagles, Los Mirlos o los nacientes Shapis eran el fondo musical de la lectura de los ‘chistes’.

Era curioso pero en aquel puesto era muy poca la presencia de niños, por el contrario eran los jóvenes y adultos los que ocupaban las bancas de madera (una tabla y algunos ladrillos). En este lugar observé por primera vez los desnudos femeninos, gracias a una fotonovela mexicana donde el personaje principal era un antihéroe disfrazado de calavera, un justiciero que en cada aventura tenía su ‘revolcón’ con sus acompañantes de turno. Nunca supe si allí alquilaban revistas pornográficas, pero me parece haber visto las revistas Zeta de la época (que no es pornográfica), además de los comics y revistas pasadas.

No sé si hay algún lugar de Lima donde alquilen revistas y comics, donde uno se siente a leer plácidamente a contracorriente de este mundo bullidor. Algunos pueden ir a tomarse un café al Haití o al Dominos (Plaza San Martín) y leer el reciente Caretas; pero daría cualquier cosa por volver a vivir una experiencia en un lugar así de mi infancia, un laberinto caótico donde conocí los primeros aletazos de mi vida libre; un niño que estaba lejos de casa pero no perdido. Para los que nos queda poco por vivir recordar es resistir testarudamente.

Al poco tiempo pude tener una pequeña selección de comics que también alquile en el mercado cerca de mi casa, mucho más pequeño que el de Ciudad de Dios, casi microscópico. Había que poner un plástico en el piso y tirar allí los ‘chistes’ y esperar a la clientela. Creo que fue mi primer empleo, autoempleo en realidad. Luego perdí toda esa colección por avatares del destino, y porque es parte de la vida cruzarse con estafadores y abusivos que le roban a los niños hasta las revistas, pero esa es otra historia.

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